Mi hijo ha salido a vacaciones de verano. Y no tengo tiempo para estar con él. Nos hacemos falta. Se me pasa su niñez, se me pasa la época en que se deja apapachar por su mamá y su papá...
Extraño su olor, su piel suavecita, sus ojos de almendra, negros y brillantes, que sonríen junto con su boca, igual que los de su papá.
Extraño acurrucarme con él cuando es su hora de dormir y lo acompaño un rato en su cama... Extraño rozar mi nariz contra la suya, "como los Inuits"...
Extraño su sonrisa. Extraño tocar sus dos dientes flojos de arriba, y ver cómo va creciendo el de abajo que ya se cayó.
Extraño sus manos acariciándome la cara para tranquilizarme si le he hablado fuerte porque no se quiere poner todavía la pijama: "mamá, usted está estresada". Extraño hacerle "cosquillitas de masaje en la espalda" e inventar cuentos a pesar del cansancio...
Y sólo han sido dos días... dos días de ausencia. En otras ocasiones he estado separada de mi hijo por más tiempo sin problemas. Pero ahora está la goma moral de no poder dedicarle tiempo en sus vacaciones.
Siento un desasosiego cuando miro de repente mi muñeca y veo que ha desaparecido misteriosamente en algún rincón de esta oficina [donde todavía estoy a las 6 pm] la arañita amarilla que él me regaló y pegó en mi muñeca... Estaba ahí la última vez que chequié-hace 10 minutos...
Necesitamos tiempo para estar juntos, nosotros solitos...
miércoles, 6 de diciembre de 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario