miércoles, 29 de octubre de 2008

La primera nevada...

Aunque anuncia la inminente llegada del invierno oscuro, no puedo dejar de ver la nieve caer a través de la ventana. Los platos sucios siguen ahí, esperando, como todos los días; los juguetes de Ishtar en el piso (aunque hace poco estuvieron en su lugar y ordenados); y pasaremos de pagar $38 de gas a pagar $140 de un mes al otro... Pero todo es más bonito si se mira la primera nieve caer.

Además, este puede ser el invierno de la esperanza...

Salí con mi hija a ver su primera nevada (técnicamente, el día en que nació nevaba muchísimo), a que nos cayera encima... Como todo en su vida, le llamó la atención, y luego le pareció lo más normal. Igual de normal que si el gato negro de la esquina tuviera voz humana, o que si su maraca que tanto le gusta flotara en el aire mientras suena. Pensar que en algún momento, en un lejano 1976, yo también tuve una mente así, un cerebro donde cualquier cosa que pasara se registraba con naturalidad, una imaginación donde hubiera cabido hasta lo imposible, si hubiera ocurrido.

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