Lo descubrí hoy.
Tenía cuatro días seguidos de entrar a la cocina desesparada por algo dulce. Un brownie, un chocolate, alguna galleta, un twinky, algún quequito, o por último y a falta todos los anteriores, una tajada de torta chilena... ALGO... Y nada. Este mes tiene cinco semanas. Nunca me había parecido cruel el mes de mi cumpleaños, pero tiene cinco semanas y desde la segunda estamos de vacas flacas. Ergo no postre.
Y entonces hoy mi adorable esposo (con el que me quiero ir de luna de miel algún día) hizo magia (bueh... de fijo pidió prestado) y me trajo un brownie (hasta averiguó que en el peruano de por la U -sí! hay un peruano aquí!!- venden mil hojas que es casi parecido a torta chilena pero hoy no tenían).
También me trajo la noticia que me quitó los cuatro días de antojo.
Resulta ser que ahora tengo que inventarme otro sueño gringo, porque el que tenía fracasó. Viéndolo del lado amable, al menos voy a dejar de sufrir por no tener el azúcar que quiero, que de todos modos quería demasiada y los extremos NUNCA, pero NUNCA pueden ser buenos.
miércoles, 25 de marzo de 2009
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