viernes, 12 de diciembre de 2008

De los anales de la memoria...

Llega...
Vivaldi y el reloc fosforescente

El otro día estaba escuchando un concierto de Vivaldi, super emocionada porque casi nunca salgo de noche y porque me gustan las orquestas de cámara (aunque casi nunca escucho ninguna) y porque me gusta Vivaldi de cuando nuestros papás nos lo ponían para dormir pequeñitas.

Y en medio de la emoción-no me pregunte cómo ni por qué-en medio de Vivaldi, tuve la imagen de su reloj fosforescente en frente de mi cara, en la playa abandonada marcando las 12 am del 31 de diciembre hace no sé cuántos años. Recordé la celebración, borrachos en medio de la nada, brincando en la arena con los compas. Fue aquella vez que nos decoloramos el pelo, la vez que uds cruzaban al estero con bolsas de basura para ir a la civilización a traer víveres, la vez que íbamos al baño con un machete y el rollo de papel higiénico en la mano y nos bañábamos con la barra de jabón en el mar, y la vez que escuchamos hasta el cansancio al pelao tranquilo guantú guantú de latinfrech.

Se acuerda?

The realization is just sinking in...

That I will be spending another christmas away from most of my friends and extended family. It just sort of dawned on me a little while ago. Sure it's less stressful, with less presents to look for and less compromising to do between the two sides of the family... I don't know why it makes me sad, but it does.

Maybe I'm just going through one of those general sadness spells, and everything makes me sad... But I also just realized (even though I have known for a long time) that the only close friend I have here, in fact one of my best friends in life, is leaving. And I guess what always happens is you think you didn't spend enough time with him. So now it will be coffee or lunch once a week until he leaves... Hmmm... A little too much, maybe?

jueves, 11 de diciembre de 2008

Cuando no hay cerveza en la casa...

Y hay que cocinar, pero para cocinar primero hay que lavar platos y al mismo tiempo hay ver qué quiere una niña de 11 meses que llora y llora... Y cuando no llora se come un kleenex con mocos que el hermano dejó mal puesto... y vuelve a llorar cuando el hermano le mete los dedos a la boca para sacárselo. Volver a sentir de nuevo esa frustración de saber que en ese preciso momento no se es feliz, y sentirse culpable por no sentirse feliz...

La frustración de saber que la frustración es en vano y que la otra persona tiene derecho a estar celebrando que terminó un examen tomándose las birras con los compañeros (sin haber avisado que lo iba a hacer) mientras una está encerrada en la casa cocinando, lavando platos, atendiendo niños y alistándolos para dormir. La frustración de saber que sentir injusticia en este momento es injusto.

La frustración de saber que si yo me abriera más espacios los tendría y podría tener mi propio dinero, podría hacer compas e ir a echarme las birras con ellos mientras él está encerrado en la casa cocinando y lavando platos y atendiendo hijos y alistándolos para dormir.

Hay que pelear los espacios hasta dentro de las relaciones más solidarias y equitativas, y poco a poco voy aprendiendo a ser más egoísta. Healthy-selfish, mind you, not selfish-selfish. Toma tiempo, pero ahí voy. Lo bueno es saber que tengo todavía mucho espacio para crecer.